POEMAS DE ERNESTO R. DEL VALLE (Octubre 2014)
Poemas del libro inédito FABULAS PARA LEER DE TARDE

DIASPORAS DEL HOMBRE
1
Cae la tarde encima del hombre.
Le resbala sobre el lomo.
Se acomoda a las manos. Deja en sus dedos
el silencio de las nubes que pasan
y en su rostro una mueca de insatisfaccion.
Es la diáspora en los sustratos
de la humana apologia.
En si mismo el Hombre se revela
descubriéndose, iluminado y desnudo aún
de toda irreverencia, con la apatía de su gesto
en las miradas y, en los labios la huella del beso
de la muerte. La alquimia ensalivada del deseo.
El rictus final de la desolacion y el desamparo.
Junto a la tarde caen las hojas del almendro
mientras canta su himno solapado
la tristeza. El muñon del tiempo
aherroja sus cadenas con la tranquila
complicidad del minutero. En una radio cualquiera
se escucha un temporal de violines
y las dieresis puntuales de un piano
en La Menor. Mientras, cierras las páginas del libro
y te vas a madurar los frutos del rebaño.
2
Pero sigue la vida en la alucinante
alquimia de lo hermoso.
En el estruendo salvaje
de sus ánforas nocturnas
donde el Hombre ama a piel abierta
y se abisma en la elocuencia del amor.
Allí lo majestuoso y sublime,
lo intimamente sorpresivo.
Marisma y rompimiendo de la sed.
Surtidor de polvo de astros.
Luciernaga entre los muslos de la hembra.
Mito ella y desacierto.
Corola viva y humedecida ella en sus pistilos.
Entonces el Hombre sucumbe en vida y frenesí
la catarsis lo envuelve
saturándolo, punzando la felicidad
de sus contrarios.
Aterido en la magia de la vida
sin regreso ya,
sin equipajes hacia una tarde
que borda en el horizonte,
los silencios menos detestables.

MIS OCIOS MAS ELEMENTALES.
Cuando se me escapan las palabras,
y ven que nunca las persigo.
Cuando se pierden
envueltas y confusas
tras nubes de nostalgias,
pero ven que no voy a su rescate.
Cuando ni siquiera se conoce de ellas
sino sus propias paradojas,
sus pragmatismos, de un
precoz
aburrimiento y notan
que no trato de entenderlas, entonces canto.
Y la canción, sin yo saberlo
lleva el sabor de tan algo
diferentea la palabra
que callo un
momento,
hago silencio para sentir
dentro
del pentagrama de mi pecho
el aullido tribal de los insomnios.
Hoy sucede que no escribo ni canto,
que el amor no lo sacrifico en la quimera.
Voy hacia la rosa que me quema,
hoy, simplemente bebo mi vino
de esta copa que me sangra
mirándome por dentro
para ver si me actualizo
en este ser, que en el espejo
me mira y no se reconoce..
Hoy sucede que nada o todo me sucede
y soy bestialmente feliz, hasta mañana.

USTEDES
LOS DE ENTONCES
Ustedes,
los que fueron gente perseguida,
acechada
en el infame
minuto
de muerte o la tortura.
Que
negaron la cómoda crisálida
del
ocio o la indiferencia
y
fueron clandestinos nombres,
callados
nombres mencionados
como en
un susurro.
Ustedes que
tenían novias olvidadas como
puntos suspensivos entre los parentesis, mujeres ellas, clandestinas como los
volantes y bonos del ventiseis. Escribidores de poemas, ustedes, pobres diablos
entregados a la feliz tarea de asaltar el cielo a fuego de metaforas.
Lucio y
Mariano en Nueva York, añorando las palmas reales frente al Hudson; Luis
Suardiaz, ¿donde?; Rolando y sus hambres, sobreviviendo en Mexico; Raul Luis en
el Central y los otros que nunca conoci, que nunca pude medir quimeras con
ninguno,
asesinados, regados por las calles.
Hoy los
establezco en aquel espacio
donde
mis trece años de entonces
no me
permitía estrechar sus manos
y
quiero, sin miramiento alguno,
enjuiciar
de una vez a mi conciencia.

OCTUBRES
Y JAZMINES
A Luz Marina.
Desde
el espacio de mi tarde, el tuyo sacrosanto, pero sobre todo divino.
Cruzado
entre el sortilegio y la estructura creíble de tu cuerpo sin alas, gaviota tu,
o sólo
viento, quizás, pero
universal siempre y siempre en esa crisálida de magia junto al verso. Esposa y
clarinada. Vertigo y luz. Contagio de octubres y jazmines
Hoy te
invito a mi fiebre en el mas urdido paralelo de la rosa donde estallan, desde
ya, las primeras detonaciones
del alma y de la fiesta.

ADOLESCENCIA
[Decineto]
A madre.
No debí serlo, mas fui como la hormiga,
atormentando
la miel de tus desvelos
fui
como la lluvia plena de recelos.
Fui
alquitrán, almendra, viento, luz, hortiga
en el
noble talismán de tu estatura.
Pero
fuiste alas para la futura
redencion
de mis atisbos y conciertos.
Ahora
madre, que enigmaticas estrellas
me
seducen, me revuelven, se hacen bellas.
En la
fértil realidad de mis desiertos.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEl colega Jose Luis Capitán ha realizado el siguente comentario:
ResponderEliminar"Como esperaba, me han gustao y me han hecho pensar.
He quedado sereno.
Y lo he difundido en otras "redes" para que el público te conozca."
Saludos.
Gracias mi estimado Jose Luis. Si te es posible envía a mi correo los vinculos dende se han alojado mis poemas para responder los comentarios que le hagan. Recibe mi saludo cordial desde Miami. ERdelValle.
EliminarPoemas muy bien logrados, con amenos discursos, amigo. Te felicito.
ResponderEliminarAbrazos
Gracias querido Jose Valle, coterraneo y amigo. Un fuerte abrazo.
EliminarEs alta tu poesía como vara de nardo.
ResponderEliminarEs bella.
Es profunda como es profundo el aire
que se detiene y pasa
sin saber hacia donde.
Felicitaciones. Un abrazo desde Argentina. María Rosa Rzepka
Sus palabras me obligan y hacen responsable ante la Santa Literatura. Gracias. Un fuerte abrazo, querida María Rosa.
EliminarGracias estimado Jose Luis. Reciba mi abrazo.
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